EN SEVILLA : LUJOSA CASA QUE LE HA REGALADO ASRAF BENO A SU AMADA ESPOSA ISA PANTOJA.
Durante estos días he pensado, Isabel, que me gustaría hablar contigo. Los dos solos, sin nadie alrededor. En mi casa, tirados en el sofá. Tú fumando con un refresco de cola y yo con otro, que hace tiempo que no bebo. Y me gustaría contarte, Isabel, que desde que no bebo la gente me aburre bastante. Que antes aguantaba más los rollos de las personas porque tenía la mente anestesiada, pero ahora que vivo sobrio el común de los mortales me produce sopor. Te diría que entiendo cuando dices que te gusta estar en Cantora porque a mí me cuesta cada vez más salir de casa.
Habrá gente que dirá que somos “raros”. Y sí, supongo que tendrán razón. Pero cuando veo las caras y los comportamientos de las gentes que así nos describen prefiero seguir siendo “raro” y no formar parte de esa ingente masa gris de “normalidad”. Ahora bien, como te digo una cosa te digo la otra: tenemos que obligarnos a salir. Porque hay gente aburrida hasta decir basta, sí. Mucha. Pero de repente aparece otra que te hace sonreír y seguir confiando en las sorpresas.
Querida Isabel: ayer me probé el smoking de la boda de tu hija. Chica, me queda espléndido. Fíjate que cada vez que me invitan a una boda siento que me clavan una daga florentina en mi pimpante corazón pero sin embargo me hace mucha ilusión ir a la de tu hija. Creo que es por mi egocentrismo. Porque voy a tener un papel destacado, no voy a formar parte del decorado. Salgo pocas veces pero cuando lo hago, pues hija, que se note. La primera –y última vez– que llevé a una novia al altar fue a mi hermana Ana. Que tampoco fue a un altar porque se casó en el ayuntamiento de Barcelona y a mí me dio tanta vergüenza que a la pobre la hice ir al trote, casi al galope. No sé si me lo ha llegado a perdonar, ella que iba tan ufana con su precioso vestido.